Días atrás un anciano de ochenta
y picos años ha matado a su mujer octogenaria y enferma de Alzheimer. Ya en fase terminal y postrada en la cama. Después se ha suicidado
él.
Se ha tildado de violencia de
género, que pueda ser que lo sea, pero yo más bien veo un hombre empujado al
borde del abismo, con recortes en sanidad, dependencia y pensión. Que ve como
suben los precio y la pensión cada vez alcanza para menos.
Una persona que como otras muchas
familias con hij@s o pareja dependiente, tienen la incertidumbre del amparo que
les da el Estado. La desesperación de
que si a mí me pasa algo que será de ti.
¿Quién sabe que lleva al suicidio
de una persona tras ser desalojada de su casa, de perder el puesto de trabajo o
de la decisión tomada por este anciano?
Ya lo dijo F. Mauriac. Los hombres
de Estado son como los cirujanos: sus errores son mortales.
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