domingo, 1 de noviembre de 2009

Calidad educativa

El ministro de educación envía un globo sonda a la sociedad, sobre mantener obligatoriamente hasta los 18 años a los hijos en los centros escolares.
Oído esto, una parte de la sociedad se ha alegrado bastante, como pueden ser los propietarios de centros educativos privados/concertados, pues ven la posibilidad de ampliar conciertos y también determinadas estirpes, al poder ejercer sobre sus vástagos un control hasta los 18 años.
Hay otra parte de la sociedad que se siente guardería, pues hay familias que envían a sus hijos a los centros escolares, con el concepto de que al menos durante unas horas al día están “guardados” y “atendidos”.
Y luego hay también un grupo de personas, entre las que me incluyo, preocupados por los contenidos de las asignaturas.
Entiendo el interés desde el Ministerio de Educación porque nuestro nivel educativo este a la altura del europeo, entiendo que en esos países la educación obligatoria es más extensa que en España y entiendo que nosotros arrancamos en esta carrera educativa, treinta años después que el resto. Pero también es verdad que tras conversaciones con familias rumanas y chinas, donde el nivel educativo es más alto, dicho por ellos mismos, no dependiendo tanto de la edad hasta la que se esta en la escuela, sino del contenido de las asignaturas, del esfuerzo y la motivación del alumnado, de las horas semanales dedicadas al estudio y algo muy importante, la formación e implicación del profesorado.
Creo que llegado a este punto, se deberían escuchar las voces criticas de los profesores que ven el bajo nivel con el que llegan los alumnos a secundaria en asignaturas troncales. Que cuando se tuvieran que realizar evaluaciones al alumnado de primaria, para comprobar su nivel académico, fuera por personal ajeno al centro. Que en asignaturas como historia, geografía o lengua, tuvieran el suficiente desarrollo para que nuestros hijos, que son el futuro de nuestro país, no solo estuvieran alfabetizados digitalmente, y que comprendieran el por qué y cómo hemos llegado hasta aquí.
Ya lo decía Quintiliano, no es tan dañino oír lo superficial como dejar de escuchar lo necesario.

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