miércoles, 12 de agosto de 2009

Yo también pertenezco al grupo de personas que han reducido, este año, el tiempo de vacaciones fuera de casa. Y durante esos días he percibido muchas neveras y bocatas, además de ver “terrazas” de bares llenas, donde había mucho líquido y poco sólido. Me supongo que las sepias, calamares, papas bravas, jamoncito y demás delicias, esperan que pase este verano para volver a ocupar su espacio en las mesas y veladores.
También he comprobado la regla de que a menos clientes en restaurantes, más aires acondicionados ecológicos (osease abanicos) en la calle.
También nos hemos vuelto más senderistas a la voz de “el monte es gratis” y abundan las bicicletas, pues hay que llenar las horas que antes se pasaban en cafeterías o heladerías.
En fin, que no es fácil hacernos desistir de unas vacaciones (aunque sean cortas) si bien para ello nos tengamos que volver por un tiempo más “naturistas”.
Pero no estaría de más que recordáramos que los espacios naturales son para cuidarlos, no para pisotearlos ni convertirlos en basureros.
Ya lo dice el proverbio, de tus hijos sólo esperes lo que como padre hicieres.

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