Me resulta difícil hablar de los errores médicos, pues no puedo ser muy objetiva ya que en mi familia hemos padecido unos cuantos y alguno tan directo como fue la muerte de mi hermano, pues por un tratamiento erróneo en menos de 12 horas, se fue “pal otro barrio“.Luego la vida da muchas vueltas y en Ciudad Real estuve contratada en el Área de Inspección Médica y más tarde en “Gerencia” del Centro de Salud.
Así pues he conocido en primera persona, los entresijos de Sanidad en todas sus facetas, ya que también alumbré en el Hospital de esta ciudad, donde padecí no solo una huelga sanitaria, sino también un error médico, un error sanitario y un error analítico, con el precio por mi parte, de más de seis días ingresada y más de diez días en la unidad de neonatales mi hija.
Sin embargo puedo hacer un ejercicio de empatía y entender la situación en la que se encuentra la madre y abuela de Dalila y Ryan. También la situación psicológica en la que se encuentra la enfermera que cometió el error. Pero ellas son los eslabones “débiles” de la cadena.
La cadena tiene más eslabones y alguien es realmente el responsable de este error. Alguien que no vio el cuerpo sin vida de un bebé en la incubadora, alguien que no tuvo que dar el pésame al padre de la criatura y alguien que no ha sentido la presión social que le ha llevado a un tratamiento psiquiátrico.
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