lunes, 19 de enero de 2009

Se me abre el alma.

Hay un proverbio que dice Si amas a Dios no puedes hacer mal al hombre.
Yo creo que quien dijo esto era de otro Planeta, pues no hay nada como dar un repaso a la prensa y leer titulares como…Israel destruye también la sede de la ONU (con 700 personas dentro) y un hospital.
Otro titular dice… Israel arrasa GAZA.
Y otro titular que viene de Arabía Saudí que dice El gran muftí saudí bendice las bodas de niñas de 10 años.
Claro que tu puedes decir, hombre son cosas diferentes. Pues es que quizás al final me he quedado con la última parte de la frase o con la maldad del hombre (entiéndase hombre o mujer) pues tiene enjundia lo de las niñas casaderas con 10 años.
Pero también lo tienen los empresarios que aprovechando la crisis buscan, no ya el despedido libre, sino además gratuito. O el pulso de los jueces al Gobierno en el momento de máximo atasco judicial. Los atascos (y se lo que me digo) a veces no se hace nada por evitarlos y otras veces se provocan. En este caso no puedo pronunciarme, pero esto es como las meigas, haberlas haylas.
Bueno y para que no parezca que estoy obsesionada con los jueces y su justicia, volveré a un tema recurrente y que no puedo o quiero evitar, hablar de la Iglesia, pues con ella topó hace un tiempo una catequista, a la que se le despidió por “vivir en pecado”, y ahora leo que ha ganado el juicio a la Iglesia.
También leo que Rouco anda por el Vaticano, me supongo que a la espera de que le den explicaciones, sobre porque le han ninguneado en temas a tratar con el Gobierno español.
Y algo que creo que pega con lo que nos ocupa, o sino para cuando pegue, la salida de más papista que el Papa de ese pequeño país llamado Andorra, que prohíbe donar sangre a los gay, amparándose en que hay una ley en Francia igual, cuando en realidad fue una circular que data de 1983, y en la actualidad es ignorada por el personal sanitario.

Una vez oí: Quién lee poesía no puede ser malo.
Poema Álamo Blanco de Juan Ramon Jiménez y empieza así:

Arriba canta el pájaro y abajo canta el agua.
(Arriba y abajo, se me abre el alma).

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