miércoles, 17 de diciembre de 2008

Lloro por Méjico.

Recuerdo un libro que leí muy jovencita titulado, El Dios de la lluvia llora sobre Méjico, que me impacto bastante y que desde entonces por cosas del destino, Méjico ha estado entrecruzándose de mi vida.
Por eso el día que anunciaron la muerte doña Amalia Solórzano, fue un día triste para mí, pues gracias al apoyo que brindó al acoger a un grupo de 456 menores entre huérfanos de guerra e hijos de combatientes republicanos españoles, a los que dieron en llamar los niños de Morelia, porque el 7 de junio de 1937 estos menores llegaron en un vapor a Veracruz y trasladados el día 10 a Morelia, donde fueron alojados en dos casas, acondicionadas para instalar el internado y áreas docentes de la Escuela Industrial España-México.
A partir de ahí, Méjico paso a ser la familia de estos españoles y españolas que crecieron, trabajaron y se establecieron allí.
En fin, esto es lo que conlleva una guerra, un trocito de nuestra historia, de nuestras gentes, allá... allende los mares.

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